Desde la noche del 6 de Junio el puente había caído en manos de paracaidistas de la 101 aerotransportada y habían rechazado todos los ataques de la 21 Panzer para recuperarlo.
Ordené que atacaran los soldados del 25 SS-PanzerGrenadier Regiment, apoyados por vehículos blindados ligeros del Batallón de Reconocimiento y dos cañones de asalto StuG.
En un bunker abandonado por las tropas de tierra de la Luftwaffe se estableció el cuartel general y un puesto médico avanzado. Enviamos patrullas de reconocimiento a reconocer el puente y las fuerzas enemigas.
Cuál fue nuestra sorpresa cuando fuimos informados de que los defensores del puente eran soldados de infantería y no paracaidistas, los refuerzos habían llegado desde la playa y las fuerzas alemanas poco podían hacer para detener esta avalancha.
Nos dispusimos a realizar un fuerte ataque sobre los defensores del puente, infantería apoyada por blindados y por una unidad de Nebelwefer serían los encargados de desalojar a los yanquis del puente y consolidar una posición para defenderlo de posibles contraataques.
El ataque comenzó a las 6:00 y rápidamente nos dimos cuenta de que no iba a ser una tarea sencilla. Ametralladoras, morteros y cañones antitanque junto a una gran fuerza de infantería se habían clavado en el terreno y nuestros hombres tuvieron muchos problemas para avanzar.
Intentamos atacar los flancos, pero había un denso campo de minas vigilado por ametralladoras, tras perder algunos hombres por las minas, decidimos cancelar el ataque.
Tras el bombardeo, el enemigo se lanzó al ataque dispuesto a conquistar el puesto de mando. Habíamos pasado de atacar a defender. Con nuestras fuerzas desperdigadas y aturdidas por el bombardeo, el SS-Hauptsturmführer Heinz Peinemann tuvo que echar mano de los oficinistas, mecánicos y otro personal no combatiente para detener la embestida enemiga.
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